En Píldoras de inspiración comentamos la historia de un niño prodigio que, con apenas quince años y a partir de piezas de aparatos electrónicos desechados, diseñó un generador eléctrico que mejoró mucho las condiciones de vida en un barrio de Freetown, Sierra Leona.

Este joven africano de 23 años vivió en un ambiente de fama asfixiante y escapó de la maraña de adulación y compromisos del éxito para reorientar su vida.

Kelvin Doe – Youtube

Kelvin Doe nació en Sierra Leona y saltó a la fama alrededor de 2010. Hijo de una familia muy pobre recogía utensilios electrónicos desechados en los vertederos con los que pudo hacer un generador eléctrico para ayudar al poblado donde vivía. Su interés por estos aparatos y la búsqueda en libros le permitió montar su propia emisora de radio… ¡¡¡cuando tenía tan sólo 15 años!!!

Conocido como DJ Focus, emitía sus canciones favoritas y partidos de futbol.

Fue invitado a participar en el Programa de estudiantes visitantes del MIT, a dar una charla TED en Harvard, creó una empresa para construir paneles solares con wifi que llevaran internet y electricidad a los poblados de Sierra Leona, se reunió con varios políticos de renombre internacional, recibió premios….

La fama de este chico prodigio se viralizó hasta que sintió que eso lo asfixiaba y le condicionaba su propia vida. Decidió entonces… “desaparecer”

Como Kelvin contaba el año pasado en una entrevista para un canal de TV (KTVSL) de su país, desde que tenía 18 años sentía que vivía aprisionado, sin timón y empujado de un proyecto a otro. Todo sonaba grande y muy bonito, también seguramente estaría basado en las mejores intenciones… pero parecía que   condenado al fracaso desde el inicio. Aquella atmósfera era una mezcla de mito, realidad y mucha confusión para él.

De hecho, llegó a sentirse utilizado por su alto perfil mediático para vincular su caso personal con cuestiones políticas relacionadas con la mejora de la educación en África.

Decidió vivir en Toronto para conseguir una mejor educación que le ayudara en su futuro. Si no la conseguía, según él mismo decía, sólo sería un chico que encajaba piezas electrónicas con cinta adhesiva en un garaje. Su éxito sería fugaz y no tendría un futuro relevante ni podría ayudar a nadie.

Afortunadamente, Kelvin encontró un buen equipo de mentores en Canadá que le ayudaron a  encontrarse a sí mismo, gestionar sus finanzas, volver a sentirse una persona “normal”. También le facilitaron algo de dinero para sus estudios en la universidad.

Hace menos de un año Kelvin estaba preocupado por cómo podría afrontar los gastos de su formación universitaria, enviarle algo de dinero a su madre y continuar su propio emprendimiento para innovar e inventar objetos adecuados que ayudaran a los pobres de Sierra Leona. Buscaba apoyo de personas u organizaciones que quisieran hacer las cosas bien cuando “nadie miraba”. Aquellos que no querían nada de él, a excepción de poner el foco en su educación primero y quisieran lo mejor para este joven estudiante y su país.

Y ¡!lo consiguió!! Ahora está más cerca de hacer realidad sus sueños.  

Sin duda alguna, el ejemplo de Kelvin es inspirador desde varias perspectivas, no sólo por su habilidad creativa e innovadora, sino también por su humildad y la solidaridad con la que ayuda a la población de su país a mejorar sus condiciones de vida al facilitarles el acceso a electricidad e internet… Pero, muy especialmente por haber encontrado el sentido a su vida a tan joven edad, tener esa especie de “brújula interior” que le ayudó a desprenderse de la “burbuja” de la fama y reencontrar el camino para lograr sus objetivos iniciales.