Los límites y su incidencia en lo laboral fue el tema que comentamos en Coaching para ti del programa enComunicación.
Recientemente he asistido a encuentros profesionales donde se reflexionó sobre la forma de relacionarnos y comunicarnos, además de hacia dónde podría dirigirse la sociedad del siglo XXI.
Pude comprobar que somos conscientes de los importantes retos y desafíos que encontramos en distintos ámbitos. Por eso, las palabras “límites” y “valores” estuvieron presentes en estos debates.
Por ejemplo, quiero destacar algunos de los muchos titulares de noticias como “Las denuncias por acoso laboral se disparan el 60% en 2015”, “Cómo detectar el maltrato psicológico”…..que reflejan duras y complejas realidades actuales.
¿Esto es nuevo? ¿es producto de nuestra sociedad? o ¿ha existido siempre?
Pienso que quizá el efecto amplificador de los medios y las redes sociales permite visualizar mejor un problema que siempre ha estado presente en las relaciones humanas.
Actualmente las circunstancias externas parecen potenciarlo aún más a consecuencia de la crisis económica y el aumento del desempleo.
A veces las normales exigencias de conseguir objetivos, aumentar la competitividad y mejorar el desempeño profesional, se desvirtúan y acaban en actitudes y expresiones ofensivas y de acoso psicológico.
Si nos fijamos en los casos de acoso, la falta de asertividad, el miedo a los demás y a las consecuencias o el poco amor propio hacen perder la confianza y el entusiasmo en la persona lo que permite el avance agresivo del acosador.
En este escenario, el dominio del pesimismo y la negatividad se hace patente. La persona entrega el “poder” sobre su vida a otro que considera superior por su posición jerárquica o su rol.
Surge entonces la disyuntiva entre cómo reaccionar para defenderse de estas agresiones y mantener la autoestima o resignarse por temor a perder la estabilidad laboral y económica.
En mi opinión, el miedo y la baja autoestima subyacen como algunos de los muchos factores comunes que se observan en estas situaciones.
De ahí la importancia de, ante el primer signo de falta de respeto o actitud agresiva, poner límites firmes marcando claramente nuestros derechos y espacio propio, diciendo NO a personas y situaciones que vulneran la consideración personal y profesional.
¿Cómo hacerlo?
- Llamando a las cosas por su nombre, dejando la hipocresía y medias verdades que podamos decirnos para autoconvencernos sobre los hechos y las consecuencias
- Aceptar las emociones que sentimos
- Actuar con serenidad
- Comunicar de forma adecuada con autenticidad, coherencia y respeto, pero sobre todo con firmeza.
- Mantener un tono de voz neutro y calmado
- Asumir las posibles reacciones contrarias de los demás sin perder de vista nuestra posición
En definitiva, por difícil que parezca, se trata de superar la situación de “víctima” y convertirnos en “protagonistas” de nuestra vida y nuestras circunstancias.