Esta frase de Montaigne, escritor y filósofo francés del siglo XVI, resume algunas reflexiones que hemos hecho sobre el poder de las palabras dentro del programa enComunicación de EsRadio Valencia FM.
Recientemente he asistido a reuniones donde se debatían temas relacionados con la política, la comunicación y la educación. Pude observar algún inicio de conflicto derivado del significado que algunas personas daban a determinadas palabras, en contraposición a los significados que esas mismas palabras suponían para otras personas.
Desde una doble perspectiva de coach y comunicadora, al escuchar y descifrar las conversaciones, trato de descubrir significados más allá de los puramente descriptivos. No olvidemos que el análisis del lenguaje, a través de la palabra hablada, es un campo muy amplio y con muchas connotaciones, propio de la semántica.
Detrás de las palabras que comunicamos existe un complejo entramado de intereses, valores, creencias y emociones. Una palabra no es “neutra”. En ella confluyen matices, unos más sutiles que otros, que definen su mensaje subliminal.
La manera de hablar y las palabras que utilizamos dicen mucho de cada uno de nosotros. Tan sólo necesitamos escuchar atentamente a una persona para obtener bastante información sobre su manera de ser, sus problemas, miedos, etc.
Me gustaría traer aquí un ejemplo sobre los significados que damos a las palabras y qué es lo que puede haber tras ellas, -depende de quiénes las digan-, y del impacto que pueden tener en nuestra realidad, en concreto en nuestro país.
La palabra “cambio” no tiene el mismo significado para PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos. Además, ese “cambio” se trasladará de forma diferente también a la “realidad que se quiere cambiar” y al “resultado, producto de ese cambio”.
Ahora estamos oyendo y leyendo por parte de todos los partidos políticos palabras como “objetivos”, “confianza”, “empleo”, “pensiones”, “crecimiento”, “bienestar”, “transparencia”….
Estas son varias de las palabras que aparecen en los programas electorales de los partidos. Desde la perspectiva de coaching, me atrevería a preguntar ¿conocemos realmente qué significan para cada uno de ellos? ¿han definido cómo pretenden hacer realidad lo que suponen estas palabras?
Creo que son buenas preguntas para esclarecer posturas de forma honesta y abrir un debate racional.
Desde la perspectiva de comunicadora, no es tan importante lo que digan, -que tiene valor, por supuesto- sino si existe coherencia entre la palabra y la acción, los hechos.
Y esto sucede también a nivel individual y en todo tipo de organizaciones, ¿empleamos las palabras con coherencia a lo que hacemos? ¿con qué finalidad elegimos unas palabras y no otras?
Tenemos el regalo de la palabra, el lenguaje hablado. Esa capacidad de articular las ideas que genera nuestro cerebro y transmitirlas en un mensaje inteligible para el otro. Ésta es una de las cosas más importantes que nos diferencian de los animales.
Por ello, la necesidad de ser conscientes del poder y la fuerza de las palabras para hacer un uso responsable de las mismas.